lunes, 7 de febrero de 2011

Larga vida a la incorrección política de Misfits



Hoy una amiga me ha pedido la opinión de una serie llamada Misfits y he decidido darle respuesta en un post encabezado por sus geniales créditos de inicio con The Rapture como banda sonora.
Misfits es una serie emitida por el canal británico E4 desde el año pasado que ya va por su segunda temporada. En la televisión autonómica catalana se puede ver a través del canal 3XL cada jueves a las 22.20 de la noche. Yo os recomiendo que la veáis en versión original para que podáis apreciar los matices del inglés barriobajero de sus protagonistas.

Lo primero que llama la atención de esta serie son sus protagonistas: cinco jóvenes delincuentes (Kelly, Nathan, Curtis, Alisha y Simon) que trabajan en un programa de servicio a la comunidad. Un buen día, una tormenta eléctrica les da a cada uno de ellos un poder diferente, como moverse en el tiempo, leer la mente o hacerse invisible. ¿Que creéis que harían adolescentes gamberros con unos poderes que no han pedido y que no quieren? La respuesta la encontráis en Misfits. Como ya os imaginaréis, estos adolescentes,  la crème de la crème del extrarradio, no encajan en el cliché de superhéroes: hablan con tacos, tienen la testosterona por las nubes y su manera de actuar deja mucho que desear. Además, después de la sorpresa inicial se darán cuenta que tener esos poderes es una fuente de nuevos y numerosos problemas. Los cinco actores y actrices da vida a la perfección a este particular grupo de delincuentes entre el cual destacan especialmente dos: Kelly, una choni malhablada capaz de batir el récord de tacos en una frase, y Nathan, un graciosete con un humor de mal gusto y pasado de vueltas tan odioso que, sin embargo, se acaba convirtiendo en uno de los grandes atractivos de la serie. Sí, habéis leído bien, este tipejo se acaba apoderando de Misfits. No creo que nunca ningún otro personaje me haya despertado antes simpatía y antipatía, sonrisas y grima a partes iguales. De tan odioso que es se acaba por querer (aunque parezca una paradoja). Juzgad por vosotros mismos.



Una vez vista la segunda temporada y con la renovación asegurada para una tercera, puedo decir que la serie no tiene ningún atisbo de cansancio. La incorrección política ha llegado a niveles inimaginables y ese saber reírse de todo y de todos se ha convertido en la principal baza de esta serie, un ejemplo de humor ácido e irreverente no sólo apetecible para un público de 20 años (más o menos la edad de sus protagonistas) sino también para los que llegamos a la treintena. En conclusión: animaros a verla porque vale mucho la pena.

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